lunes, 30 de abril de 2018

Barry Seal. El Traficante

Película biográfica de 2017, basada en la vida del piloto de avión norteamericano Barry Seal, interpretado por el incombustible Tom Cruise y dirigida por Doug Liman.


Barry  Seal  (Tom Cruise) ante la supervisión de Schafer  (Domhnall Gleeson)

Barry Seal (Tom Cruise) es un piloto comercial que aprovecha sus idas y venidas para introducir puros de contrabando, la CIA no tarda en darse cuenta pero lejos de detenerlo le ofrece convertirse en su piloto personal, trabajaría bajo su propia empresa, con su propio avión pero bajo las ordenes de la agencia estatal, la cual llegado el momento de una posible investigación, negaría cualquier conocimiento o vinculación con Seal.

El nuevo cometido de Barry Seal será el de fotografiar cada asentamiento, base o refugio de comunistas por toda Sudamérica y América Central. Barry es el mejor, consigue instantáneas fantásticas que proporcionan a la agencia, y por ende al gobierno, las pruebas que necesitan para actuar o tomar determinadas decisiones, una de estas decisiones será la de dar armas al bando insurgente de países centroamericanos para combatir al comunismo. Las misiones de Barry son bastante peligrosas y demasiado continuas por lo que exige un aumento de sueldo, lo que no resulta muy bien acogido, asi que no duda en aceptar encargos extras aprovechando sus idas y venidas a Sudamerica, encargos por parte de terratenientes locales que le proporcionarán enormes cantidades de dinero sólo por realizar entregas.

Los encargos y las tareas que tiene que completar cada día, cada semana, se disparan por lo que Barry se ve obligado a hacerse con una pequeña flotilla de aviones y sus respectivos pilotos, todos perfectamente adiestrados para burlar los controles aéreos y maniobrar en las más dificultosas situaciones. Barry comienza a ganar ingentes cantidades de dinero tanto que empieza a ser un problema, en cuentas corrientes, en cajas de seguridad, hasta enterrado en su propio jardín, el dinero está por todas partes y eso termina llamando la atención de todos, incluidas las diferentes agencias gubernamentales, librarse de todas estas será la misión más dificil que deberá afrontar el avezado piloto.


Barry  junto a su mujer Lucy  (Sarah Wright)

Refrescante película que no engancha pero entretiene, no es brillante pero puede servir de modelo de como no aburrir al espectador. Agradable de ver, no se vuelve monótona aunque coquetée con ello, mucha culpa tiene el carismático de Cruise que nos hace vivir bajo los mandos de su avión situaciones verdaderamente extremas, con una explosión de adrenalina constante, mientras como espectador podemos llegar a temer por "la vida del artista", el propio Barry se muestra calmado, seguro y confiado en todo momento lo cual o bien choca o bien nos puede llevar a admirarlo ante semejante serenidad, de cualquier manera a nadie dejará indiferente.




miércoles, 25 de abril de 2018

Que Dios nos perdone

Thriller policiaco de 2016 dirigido por Rodrigo Sorogoyen y protagonizado por Antonio de la Torre y Roberto Álamo, quien se alzó con el Goya a Mejor Actor Protagonista por su brillante papel como policía impulsivo y visceral.

Alfaro  (Roberto Álamo) en pose amenazante contra Velarde  (Antonio de la Torre)

Velarde (Antonio de la Torre) es un inspector de policía serio y tremendamente profesional del departamento de homicidios, que además de tener que lidiar a diario con su tartamudez lo tiene que hacer también con su poco comedido compañero Javier Alfaro (Roberto Álamo), un policía de nefastos modales, arrogante, colérico y con importantes problemas de autocontrol. Ambos se verán inmerso en un caso bastante atípico, una mujer de avanzada edad ha sido encontrada muerta escaleras abajo del piso donde vivía, parece ser un caso claro de robo con violencia pero, el minucioso inspector Velarde descubre que fue violada, cuestión que confirma la forense. Pronto aparece una nueva víctima, de nuevo otra anciana, fuertemente golpeada e igualmente violada, y días después otra, no hay dudas hay un asesino en serie en la ciudad. Y todo resulta más complicado siendo verano en Madrid y con la capital invadida por peregrinos llegados de todas las partes del mundo con motivo de la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) celebrada por el Papa Benedicto XVI.

Velarde y Alfaro forman un equilibrado tántem que empieza a funcionar de forma más que eficaz cuando su superior, Sancho (J.L. García Pérez), los reprende, en gran parte de culpa por el bruto y descontrolado Alfaro que no duda en enfrentarse al otro dúo de compañeros inspectores de homicidio, lo que le supone su expulsión. El caso queda ahora en suspense, hasta que este otro dúo se hace cargo de él, lo cierto es que se ven incapaces de solucionarlo, andan algo perdidos y piden ayuda a Velarde, ahora trasladado al departamento de escuchas, que acepta de inmediato, deseoso de dar con ese despiadado asesino. Alfaro también ayudará, por lo que los cuatro firman la paz y se ponen manos a la obra, si logran encontrarlo tanto Velarde como Alfaro podrían recuperar sus antiguos puestos.




Brillantemente contada, la película de Sorogoyen nos hace sumergirnos en un Madrid sofocante, de gente por todas partes y una pesadilla de aspecto joven y caritativa pero brutalmente despiadada, haciéndonos partícipe de tan angustiosa ambientación. Las soberbias interpretaciones tanto de Antonio de la Torre como de Roberto Álamo hacen que nos sintamos testigo directo de todo cuanto sucede, además de otorgar a la cinta un peso y una personalidad magníficas. Velarde y Alfaro, tan distintos entre sí y tan geniales, dos personajes que trascienden la pantalla, siendo muy capaces de engañar al subconciente y hacernos creer que en cualquier momento podremos encontrárnoslos por Madrid, intentando desentrañar un nuevo caso.