Marte es sin duda una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos años. Es intensa, es vibrante, es ambiciosa, no descuida un detalle, está perfectamente desarrollada, con una ambientación brutal, engancha, cautiva, ... es espectacular.
El incombustible Ridley Scott vuelve a firmar una obra maestra, vuelve a hacer historia cinematográfica, independientemente de los Oscars que su película se lleve este próximo mes de febrero; Marte es ya una nueva perla de la brillante filmografía de Ridley.
Las aspiraciones del hombre de llegar a Marte, una vez puesto un pie en la Luna, se ven sobradamente alcanzadas en esta última cinta de Scott. Si bien en "la vida real" ya se ha logrado enviar una sonda a Marte, en esta maravillosa ficción es el ser humano quien viaja con normalidad al planeta rojo, estando previsto algún que otro viaje más.
Mark Waytne (Matt Damon) |
En la Ares III, Mark Watney (Matt Damon) junto con cinco compañeros más, llegan a este planeta desértico donde deben estudiar y coger muestras del terreno para un análisis posterior. Una gran tormenta de polvo y arena lo complica todo; el equipo debe abandonar el lugar, subir a la nave (cohete) y dejar atrás Marte, sin embargo trágicamente dejan atrás algo más que a un planeta, dejan atrás a su compañero Mark Watney que golpeado bruscamente por una roca es lanzado por los aires metros allá, lo cual unido a la terrible oscuridad que se cierne sobre ellos resulta imposible dar con él, pese a los intentos de la comandante Melissa Lewis (Jessica Chastain) que finalmente se ve obligada a abandonarlo creyéndolo muerto. La Ares III pone rumbo a la Tierra.
Lo que sucederá después es una historia épica de supervivencia, de eferrarse a la vida, de agudizar el ingenio para que un planeta yermo sea capaz de albergar vida, y de prolongarla. Mark Watney no se rinde, no está dispuesto a dejarse vencer y lucha por seguir adelante, con el inconveniente añadido de la soledad. Matt Damon interpreta de forma sublime a un naufrago espacial, un superviviente radical, que no tiene mar ni aire al que aferrarse, su único salvavidas es él mismo, su capacidad para no flaquear debe ser su mayor virtud.
Scott y Damon conforman una asociación perfecta, de un lado un director con mayúsculas que recupera su mejor versión y de otro un actor que muestra lo mejor de sí que es mucho, muchísimo, de lo que quizás tenga mucha culpa el primero.
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