lunes, 28 de marzo de 2016

Un otoño sin Berlín

Película debut de la directora vasca Lara Izaguirre, quien también firma el guión. Producida en 2015 sirvió para catapultar definitivamente a su actriz principal, Irene Escolar, que se hizo con el Goya a Mejor Actriz Revelación 2016.

June (Irene Escolar)

La película cuenta la historia de una chica que vuelve a España tras haber estado un tiempo fuera; al llegar se encuentra una realidad bastante angustiosa, su padre quedó dolido con su marcha y no le habla, su novio aún peor, quedó tocado emocionalmente y se encuentra hundido en una depresión que lo tiene recluido en su piso, sin capacidad para salir ni tan siquiera a hacer la compra. June (Irene Escolar) lo asume, es consciente que no lo hizo bien pues los abandonó a todos, la muerte de su madre fue algo tremendamente doloroso que no pudo soportar y la única salida fue poner tierra de por medio, en este caso mar, se fue a Canadá.

Ahora en España, tiene que lidiar con un panorama del que se sabe responsable, fundamentalmente con la situación de su novio Diego (Tamar Novas). La depresión que sufre el chico es tremenda, condicionando por completo su día a día. June intenta recuperar su cariño, algo harto difícil, al igual que pretende que ese bloqueo que sufre, que le lleva a no querer ni que la claridad entre por las ventanas de su piso, vaya a menos y a ser posible que desaparezca. No será fácil.

Diego (Tamar Novas) y June (Irene Escolar)

El primer trabajo de Lara Izaguirre es bastante arriesgado, tratar una situación de pareja siempre lo es y aún más cuando ocurre como en este caso, una pareja rota por la distancia y el desapego, una pareja frustrada que se separa sin haber roto y que tiempo después, al menos por parte de la mujer, pretende que todo siga como si no hubiese pasado nada pero, lo emocional nunca es ajeno y la depresión del hombre parece irreversible. Difícil temática que aborda Lara Izaguirre aunque siendo justos hay que decir que el resultado obtenido es cuento menos aceptable, con gran culpa de Irenne Escolar que defiende su papel con brillantez, de ahí el merecido goya.

La cinta destila drama por los cuatro costados, profundamente emocional, con fracaso continuado de la razón, la psicología se hace dueña de la trama y marca el ritmo de la película, lento, pausado... deprimente, y quizás oportuno. Es complicado no contagiarse de ello. 

Valiente Lara y genial Irene.



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